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Evita atascos y filtraciones para conservar tu casa libre de humedad

El limpiar canalones Santiago de Compostela se ha convertido en mi nueva obsesión cada vez que las hojas de los árboles empiezan a caerse. Hubo una época en la que, por puro despiste, descuidé esa tarea de mantenimiento y terminé con una gotera importante en el salón. Aprendí, a base de cubos y trapos, que un canalón obstruido puede desencadenar todo un festival de filtraciones en las paredes y el tejado.  

A veces me preguntan por qué es importante fijarse en un tubo que cuelga del borde del tejado. La respuesta es sencilla: ese tubo es el encargado de recoger el agua de lluvia y llevarla hacia el desagüe. Si se forma un tapón de hojas, ramas o suciedad, el agua no fluye y puede desbordarse, cayendo sobre la fachada o, peor aún, filtrándose por pequeñas grietas que acaban debilitando la estructura. En la zona de Compostela, con tantas precipitaciones, la probabilidad de atascos es alta.  

He descubierto que la mejor época para acometer esta labor suele ser el otoño, cuando los árboles se vacían y la mayoría de las hojas ya han caído. Sin embargo, conviene estar pendiente durante todo el año. No basta con hacerlo una vez y olvidarse hasta el siglo siguiente, en especial si vives cerca de bosques o parques que puedan soltar polen, insectos y otro tipo de residuos en tus canalones.  

El equipamiento básico que uso consta de una escalera estable, unos guantes resistentes y un cubo para ir depositando la mugre que extraigo del canalón. Recomiendo, de paso, llevar ropa que no te importe manchar, porque a veces sale agua negra y restos de vegetación en estado de descomposición que no huelen precisamente a rosas. También va bien una manguera a mano para enjuagar los conductos y comprobar que el agua corre libremente hacia el desagüe.  

Cualquier persona con un poco de maña puede hacer la limpieza, siempre y cuando no tenga vértigo y tome las debidas precauciones al subir a la escalera. Quien prefiera no jugársela o tenga una cubierta muy alta, puede recurrir a profesionales que, con arneses y maquinaria específica, se encargan de despejar los canalones en un abrir y cerrar de ojos. Saldrá algo más caro, pero evitas riesgos innecesarios.  

Si, durante la limpieza, detectas grietas o zonas oxidadas, no dudes en repararlas cuanto antes. Cualquier fisura que deje pasar el agua puede terminar mojando las paredes interiores o incluso provocando humedades en la cimentación. He conocido casos de gente que ignoró un pequeño agujero en el canalón y luego encontró manchas de humedad en el dormitorio, con la desagradable sorpresa de un moho que tardó en erradicarse.  

Conviene prestar especial atención a las uniones entre tramos de canalón y a las juntas con el bajante. Allí tienden a aparecer fugas si no están bien selladas. Más vale invertir un rato en revisar esas uniones que gastar después un dineral en repintar paredes o reparar techos. Además, la sensación de tener la casa protegida ante las lluvias gallegas te deja dormir tranquilo.  

He notado que, al llevar a cabo un mantenimiento periódico, disminuye la aparición de insectos y hasta de pequeños nidos de aves que se instalan en los huecos que deja la suciedad. Los canalones limpios no solo guían el agua hacia donde debe ir, sino que también evitan la proliferación de visitantes indeseados. En ese sentido, es una forma de mantener la higiene de la cubierta y prevenir sorpresas.  

Con el paso del tiempo, me he aficionado a observar la bajada del agua en los días de lluvia intensa, solo para confirmar que todo funciona como un reloj. Tal vez sea un poco friki, pero me relaja saber que ni las hojas ni las ramas me están jugando una mala pasada en plena tormenta. Desde que aprendí la lección, prefiero dedicar unas horas a la limpieza antes que enfrentarme a un charco en medio del salón.